martes, 5 de febrero de 2013


Premiada por el MIT, menospreciada en España: "Es como si no existiéramos"



Es la única mujer premiada por el MIT bajo la modalidad de TR35 Spain, que se concede cada año a 10 personas menores de 35 años que hayan destacado como emprendedores y aporten algo nuevo al avance de la ciencia y el conocimiento. La española Ana María Díez Pascual trabaja en el grupo de física de polímeros del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (ICTP-CSIC). Allí ha desarrollado, junto al resto de su equipo de investigación, un proyecto en nanotecnología capaz de fabricar mejores materiales en la industria aeronáutica.

Esta joven nacida en Salamanca y licenciada en Química por la Universidad Complutense de Madrid ha ideado un método simple y escalable a nivel industrial para producir nanocompuestos termoplásticos que incorporan otros materiales que los refuerzan. Estos materiales ofrecen a la industria propiedades tan atractivas como una gran resistencia y ligereza. Cualidades cruciales para los fabricantes de aeronaves, que operan miles de vuelos diarios y cuyo peso de sus componentes influye en la rentabilidad.

Entrevista a Ana María y abordar temas como los premios TR35 Spain, la nanotecnología, el grafeno y la situación de la investigación en España.

¿En qué consiste el proyecto en el que estás trabajando y quiénes forman parte del equipo?

La idea surgió a raíz de una colaboración entre cuatro institutos de investigación, dos del National Research Council de Canada (NRC) y otros dos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): el Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (ICTP) y el Instituto de Carboquímica (ICB).

Actualmente estamos trabajando en nanocompuestos, un material que tiene distintos elementos de los que uno de ellos son los nanotubos, algo que solo se ve con microscopías de alta resolución. Integramos estos nanotubos de carbono en dos tipos de polímeros muy adecuados para la industria aeronáutica debido a su ligereza y propiedades mecánicas, eléctricas y térmicas. Uno es la polieter éter cetona (PEEK) y el otro es una resina epoxy.




Las estrategias que desarrollamos han dado lugar a una mejor dispersión de los nanotubos que en la integración directa, que es el método habitual de incorporarlos en una matriz polimérica, y que generalmente resulta en la formación de agregados y, por tanto, limita la mejora de sus propiedades.

¿De qué forma puede repercutir en el día a día?

De muchas maneras. En un principio, el desarrollo de estos compuestos a gran escala ofrecerá importantes ventajas en la fabricación de nuevos materiales para el sector del transporte y la industria aeronáutica. Además, nuestros materiales son multifuncionales. Podrían utilizarse tanto en aplicaciones que requieran alta conductividad como por ejemplo recubrimientos antiestáticos o apantallamiento de ondas electromagnéticas, como en aquellas que necesiten buenas propiedades estructurales, como palas de generadores eólicos o puentes.

Nanotecnología, grafeno... ¿cuáles son las tendencias que nos esperan en un futuro?

En el campo de los materiales actualmente se está reforzando mucho el trabajo con todo tipo de partículas a nivel nano, ya sean nanotubos, nanopartículas de óxidos inorgánicos o el grafeno. Este último material es uno de los más resistentes que se conocen, con una resistencia 200 veces superior a la del acero. Se espera que en los próximos años el grafeno facilite muy buenas propiedades pero todavía estamos empezando.

En nuestro sector la tendencia actual es la de reemplazar los metales como el acero por otros materiales más ligeros. Los reforzados con fibras de carbono ocupan cada vez más porcentaje del peso total de los aviones. Una tendencia que se puede cambiar. Ahora hemos descubierto una forma de mejorar la unión entre la matriz y el recubrimiento de nanotubos de carbono, lo que permite una concentración de refuerzo de menos del uno por ciento en peso, muy inferior que la se utiliza normalmente en compuestos que incorporan otro tipo de refuerzos de tamaño nanoscópico, como nanoarcillas o nanofibras. En términos de aplicación industrial, esto supone una reducción de peso y, correspondientemente, de coste y de emisiones contaminantes.

¿Cómo está afectando la crisis a la investigación en nanotecnología?

La crisis está afectando mucho. Primero porque se está recortado el número de contratos, y sobre todo para doctores. Actualmente, los doctores tenemos las convocatorias Juan de la Cierva y Ramón y Cajal, pero el número de contratos se ha reducido prácticamente a la mitad. Si no consigues financiación de allí no hay más porque casi no hay recursos. Además, el Gobierno ha disminuido significativamente el número de proyectos de investigación y los grandes talentos se están marchando a centros extranjeros donde tienen mejores ofertas de trabajo. 

Algunos alegan que la investigación puntera en nanotecnología es cara...

Es cierto. La investigación en nanotecnología es cara porque los materiales de partida tienen un precio muy elevado. Pero esto está pasando en todas las áreas, no solo en la nuestra. El dinero que dedican otros países a investigación en general, comparado con el nuestro, es mucho mayor. Aquí parece que no es rentable. Es como si los investigadores no sirviéramos para nada. Aunque haya crisis, en mi opinión la investigación es de lo último que se debe de recortar.

¿Valora la posibilidad de marcharse fuera?

Siempre está esa opción. Desde luego, oportunidades fuera hay. En el MIT por ejemplo ofrecen muchas facilidades tanto como para ciencia como emprendedores. Dependiendo de los casos, te facilitan dinero, apoyo e incluso consultores. También está la opción de abandonar o dedicarse a otra cosa.







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