Qué hacer para curar el mal uso
Saltar de vídeo en vídeo, de publicación a publicación, de una red social a otra por horas, sin siquiera acordarse de lo que ha visto, leído o visto en los últimos minutos, es el ejemplo de cuando uno entra en modo automático, sin darse cuenta del contenido que ve. “La mayoría de las personas dice ‘no estoy enganchada, no me pasa a mí’”, cuenta Pozuelo, pero luego, al invitarles a que miren el tiempo que pasan en las redes sociales, se asustan: “A veces no pasamos mucho tiempo, pero lo hacemos muchas veces al día”. Por lo cual, el experto recomienda que se instalen aplicaciones que miden y dan alertas siempre que se alcancen un determinado límite de horas. Para evitar que el móvil sea una extensión de las manos, aconseja mantener el móvil fuera del alcance en el día a día, como dejarlo en otra parte de la casa. Por las noches, recomienda que se sustituya su uso, al menos una hora antes de dormir, por otra actividad, como leer un libro o escuchar música.
A la lista de recomendaciones, José Tamayo Hernández subraya la importancia de suprimir el uso de los dispositivos electrónicos, además del móvil, mientras se realicen actividades como comer, pasear, ver la televisión o charlar con otra persona. También sugiere deshabilitar las notificaciones automáticas que no sean estrictamente necesarias, así como desinstalar aplicaciones, eliminar conversaciones y abandonar los chats grupales prescindibles.
Desconectarse para conectarse con la vida real
Los expertos en salud mental han notado recientemente un aumento en el deseo y hasta una necesidad de desconectarse de las redes sociales. “No solo a pacientes, sino a compañeros, familiares y a mí mismo”, reconoce Tamayo Hernández, que trabaja en este asunto desde 2004. Marian García Arigüel coincide en que el interés en establecer esos límites va aumentando progresivamente, pese a que aún es difícil llevarlo a cabo. Para las personas que quieren establecer reglas y hacer un empleo más consciente del móvil, la experta recomienda establecer intervalos de dos horas para usar el móvil de manera libre, caminar durante momentos de descanso, hacer actividades manuales y, sobre todo, restablecer las conexiones personales, como la charla presencial con los amigos, sin tener el teléfono en las manos.
Por su parte, el catedrático emérito de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco Enrique Echeburúa sostiene que establecer los límites de uso es “sobre todo positivo cuando se ha hecho un uso abusivo”, pero también se recomienda a todo el mundo, aunque no haya una adicción: “Hay que desconectar de la red, para conectar con la vida real, porque todo es cuestión de tiempo”.