domingo, 27 de enero de 2019

La nueva saga de empresas que no buscan subvenciones en las renovables




España, que fue pionera en renovables, vuelve a apostar por estas energías verdes. Siete años después de la llamada moratoria de las renovables, que paró el despliegue de la eólica y la fotovoltaica en el país al suspenderse las primas y las subastas, un grupo de empresas, muchas de reciente creación, está poniendo en marcha decenas de proyectos de nuevos parques de generación. Y lo hacen a pecho descubierto, curtidas tras un exilio forzoso, dejando atrás un modelo de negocio basado en subvenciones y saliendo a competir directamente en el mercado. Tras el fiasco de sus hermanas mayores, tienen gravado a fuego que, además de verdes, deben de ser rentables.

Entre la nueva camada del sector destaca la aragonesa Forestalia, nacida en 2011, con proyectos en eólica, fotovoltaica y biomasa que suman 3.600 megavatios (MW). O la gallega Greenalia, cotizada en Bolsa, con raíces en la biomasa y que tiene proyectos de parques de generación por 1.250 MW, “todos en estado avanzado de permisos y autorización, y alguno en construcción”, dice su director financiero, Antio Fernández.

Esta nueva ola de inversiones permitirá recuperar los años perdidos y sumar más de 10.000 nuevos MW de potencia instalada en renovables a un sistema eléctrico, el español, a punto de no cumplir sus compromisos con Bruselas. “Solo en eólica instalaremos más de 5.000 MW antes de marzo de 2020”, apunta Virgilio Márquez, director general de la AEE (Asociación Empresarial Eólica). Unos proyectos que reactivarán el sector y supondrán unas inversiones de más de 4.500 millones de euros, además de “25.000 a 30.000 empleos en la construcción”. “Algo similar pasará en la fotovoltaica, donde esperamos que se implanten unos 4.500 MW”, dice José Donoso, director general de UNEF (Unión Española Fotovoltaica).

España está, pues, en pleno regreso de las energías limpias después de que hace siete años se pararan todas las inversiones debido al fuerte volumen de deuda generado por las primas a la producción, lo que hizo que la potencia eólica instalada en España se quedara anclada en los 23.100 MW: y la fotovoltaica en los 4.800. Mientras esto ocurría aquí, otros países sí siguieron sumando potencia. Entre 2012 y 2017 la eólica dobló su presencia global, de los 283.000 a los 540.000 MW. Se prevé que supere el millón en 11 años.

Ante la situación en España, las empresas más audaces se lanzaron al exterior, sobre todo a Latinoamérica. “Estuvimos trabajando en España hasta 2013, cuando hicimos los últimos proyectos en fotovoltaica”, apunta David Ruiz de Andrés, presidente de Grenergy, grupo que también cotiza en Bolsa, “pero enseguida nos centramos en trabajar fuera”. La empresa, con una cartera de parques en solar y eólica de 2.500 MW en diferentes fases de desarrollo, desembarcó en Chile en 2012, en México en 2013, en Perú en 2014, en Colombia en 2015 y en Argentina en 2016.

EL IMPACTO TECNOLÓGICO


“La diferencia con la etapa anterior”, apunta Antio Fernández, de Greenalia, “es que ahora los proyectos son rentables a precios de mercado: no necesitan incentivos”. Según Ruiz de Andrés, de Grenergy, la fotovoltaica “ya es la forma de generación eléctrica más barata”. En Cox señalan que la innovación tecnológica ha sido tan fuerte que ha recortado los costes de inversión en nuevos equipos hasta extremos que nadie se hubiera atrevido a vaticinar. “Pese a que en 2014 los costes de inversión habían caído un 70% con respecto a 2006, han vuelto a descender otro 70%”. El resultado es que, mientras un MW de fotovoltaica costaba hace 10 años ocho millones de euros, “hoy no llega a los 700.000 euros”, dice Ruiz de Andrés. Algo similar pasó en la eólica. Desde 2010, apunta Virgilio Márquez, de la asociación eólica, “los aerogeneradores ganaron en prestaciones, con una mayor longitud de las palas. Barren un área más amplia, captan más viento, generan más energía por MW instalado y comienzan a producir con vientos menores”.

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